Nunca imagine que iba a llegar el día en el que tuviera
tantas ganas de detener el reloj, o tal vez, mover las agujas para donde quiera,
y así repetir los momentos haciendo cosas diferentes, o quizás las mismas.
Admitiré aunque me cueste que no me canso de observarte, de
prestar atención a cada movimiento, a cada facción, a toda vos.
Cuando llegaste atine a observarte, como hacemos la mayoría de
las mujeres, te veías tan hermosa en la obscuridad.
Fue tan increíble escuchar sus respiraciones jadeantes de
placer, no pude abstenerme a sentirme feliz, de que estas mismas sean por causa
mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario